Conoce cómo la tecnología puede intervenir positivamente en la lucha contra el cambio climático y apoyar los objetivos del protocolo de Kyoto.

Protocolo de Kyoto: ¿qué papel juega la tecnología?

antonio.gutierrez
11/11/2024

El cambio climático no es un aspecto novedoso y actual, sino que conforma un tema que los distintos países vienen trabajando desde 1972. Se erige como una de las principales preocupaciones de la sociedad moderna, ya que nos encontramos en un momento de crecimiento y desarrollo que puede tener consecuencias irreversibles. ¿Cómo puede ayudar la tecnología a solucionar este calentamiento global?

La tecnología juega un papel importante en la actualidad, puesto que puede aportar su granito de arena al desarrollo sostenible y adoptar las medidas necesarias para que su avance tenga las menores consecuencias posibles. En el artículo de hoy queremos explicar el protocolo de Kyoto, su importancia y la situación actual del mismo.

¿Estás preparado? ¡Comenzamos!

Antecedentes del protocolo de Kyoto

Como venimos diciendo, en 1972 comenzó todo con la cumbre de la Tierra de Estocolmo. Aquí, la Organización de Naciones Unidas (ONU), planteó temas como la contaminación transfronteriza o la degradación ambiental ante 179 países que participaron. Después, en 1979, se celebró la Conferencia Global del Clima en Ginebra, dónde se aceptó que el cambio climático era un problema real, que requería de una especial atención.

Sin embargo, el primer gran acuerdo medioambiental que vinculó a la mayoría de países del mundo llegó en 1987, en el marco del Protocolo de Montreal. Aquí, la ONU consiguió que muchos países se vinculasen con el objetivo de eliminar los clorofluorocarbonos, causantes de la destrucción de la capa de ozono. Tras este encuentro rotundo, llegaremos a nuestro tema hoy: el protocolo de Kyoto.

¿Qué es el protocolo de Kyoto?

El protocolo de Kyoto se dio en 1997, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en dicha ciudad japonesa. El objetivo de esta cumbre no fue otro que enfrentar el calentamiento global mediante la reducción de gases de efecto invernadero. Sobre todo, se quería lograr la participación de la Unión Europa y 37 países industrializados.

Los acuerdos fueron firmados por la Unión Europea en el año 2002, aunque no entró en vigor hasta 2025 con la ratificación de Rusia. En un primer periodo, estos países se comprometieron a reducir en al menos un 5,2 % las emisiones contaminantes entre 2008 y 2012. Para este cometido, se tomaron como referencia los niveles alcanzados en 1990.

Sin embargo, como decimos, para que el protocolo de Kyoto pudiese entrar en vigor se necesitaba de la ratificación de al menos 55 países. Sin embargo, únicamente se adhirieron la Unión Europea y Japón, mientras que otros grandes países industrializados como China, Australia y Estados Unidos rechazaron el acuerdo.

¿Y había segundo periodo? Por supuesto, debiendo comenzar en 2013 en la enmienda de Doha y terminando en 2020. Aquí se iban a comprometer a reducir al menos un 18 % las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), tomando como referencia 1990. ¿Qué pasó? Que, de nuevo, países contaminadores como Estados Unidos, Rusia o Canadá no firmaron esta prórroga.

La Cumbre del Clima de París, vigente en la actualidad

El Protocolo de Kyoto perdió su vigencia en 2020, pero en 2015 ya se celebró la Cumbre del Clima (COP 21) de París, con el objetivo de negociar el protocolo que sustituiría al de Kyoto. A este se le llamó Acuerdo de París, permaneciendo actualmente en vigencia. ¿Y qué incluyeron? Por ejemplo, el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados, con la intención de llegar a 1,5 grados.

En este aspecto, la ONU siempre buscó la implicación de distintos actores de la sociedad. Ya no solo los países, sino también empresas, ONGs y ciudadanos. Combatir el cambio climático solo es posible con un mundo unido. Sin ir más lejos, en la COP de Madrid se consiguió la vinculación de 177 empresas en la reducción de emisiones.

¿Qué puede aportar la tecnología en la lucha contra el cambio climático?

La tecnología juega un papel fundamental para la consecución de los objetivos que se propusieron en el protocolo de Kyoto, como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En este punto, se han dado avances tecnológicos que permiten reducir, capturar y monitorear las emisiones, aportando su granito de arena en la lucha contra el cambio climático.

Por ejemplo, los avances en energías renovables, como la solar o la eólica, permiten la generación de energía sin emisiones de carbono. Por otro lado, las redes inteligentes o smart grids optimizan la distribución de energía, reduciendo el desperdicio y mejorando la eficiencia del consumo. Por último, la tecnología permitió la captura y almacenamiento de carbono (CAC), lo que permite recolectar dióxido de carbono directamente de la atmósfera.

La tecnología también ayuda en las labores de análisis y monitoreo. Contamos con satélites, sensores y herramientas de big data que nos ayudan a predecir patrones climáticos, medir niveles de emisiones y completar una gestión ambiental más precisa y ágil. En conclusión, los gobiernos y empresas toman mejores decisiones y ejecutan mejores políticas gracias a los avances tecnológicos que se producen.

¿La tecnología es responsable del aceleramiento en el cambio climático?

Aunque la tecnología ha desarrollado avances que permiten luchas contra el cambio climático, también ha desarrollado una serie de malas prácticas que aceleran este proceso. Por ejemplo, la producción de dispositivos tecnológicos consume una gran cantidad de recursos naturales y genera basura electrónica. Si esta no se recicla adecuadamente, lidera sustancias tóxicas que afecta tanto al suelo como al agua.

Otro ejemplo es el consumo energético de centros de datos y redes de comunicación. Conforme aumenta el tráfico digital y la demanda de servicios en la nube, también se incrementa el uso de la electricidad. Por ello, un consumo excesivo se traduce en mayores emisiones de carbono, lo que contradice los objetivos establecidos en el protocolo de Kyoto.

En línea con este hecho, tenemos el desarrollo de tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial, que necesitan de un número de dispositivos conectados continuamente, lo que requiere de mucha energía. Tanto la fabricación y eliminación de estos dispositivos puede ser muy contaminante.

Así, concluimos que la tecnología es imprescindible para conseguir un desarrollo sostenible y un modelo de reciclaje diferente. Sin embargo, primero el sector debe enfocarse en cómo minimizar su impacto en el medio ambiente.

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