Las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov: aplicaciones actuales
Las tres leyes de la robótica son un conjunto de principios éticos y de seguridad aplicados a los robots y otros sistemas tecnológicos inteligentes que inventó el afamado escritor de ciencia ficción Isaac Asimov. Estas leyes están diseñadas para guiar el comportamiento de los robots, de forma que sean seguros y que puedan convivir con los humanos en sociedad.
En este artículo te contaremos en detalle sobre cómo Isaac Asimov ideó sus tres leyes de la robótica y sus propósitos, te ponemos ejemplos de cada una de ellas y te explicamos cómo han trascendido hasta nuestros días.
Isaac Asimov, el inventor de las leyes de la robótica
Era una noche helada en el corazón del invierno de 1920, en la ciudad de Petrovichi, un pequeño pueblo en la antigua Unión Soviética. Fue en este rincón del mundo donde nació Isaac Asimov, un niño de origen judío que cambiaría radicalmente la forma en que el mundo entendía la ciencia ficción y la robótica.
Desde muy joven, Isaac mostró una curiosidad insaciable y una mente brillante. Su familia emigró a los Estados Unidos cuando él tenía apenas tres años, estableciéndose en Brooklyn, Nueva York. Allí, su padre abrió una pequeña tienda de golosinas, y fue en este modesto negocio donde Isaac descubrió su amor por los libros.
Isaac era un estudiante excepcional. Su pasión por el conocimiento lo llevó a matricularse en la Universidad de Columbia, donde se especializó en química. Fue durante la década de 1940, una época de cambios tumultuosos y avances tecnológicos, que Asimov comenzó a reflexionar profundamente sobre el futuro de la humanidad y la tecnología.
En un momento de inspiración, mientras caminaba por las bulliciosas calles de Nueva York o quizás mientras contemplaba el cielo estrellado desde la ventana de su pequeño apartamento, Asimov formuló una idea revolucionaria. Pensó en un conjunto de principios que pudieran regir el comportamiento de los robots en aras de su correcta integración en sociedad humana. Es así como nacieron las tres leyes de la robótica.
¿Por qué se crearon las leyes de la robótica?
Asimov ideó las leyes de la robótica para delimitar el comportamiento de un robot superinteligente para que pudiese operar en sociedad de forma segura. La década de los 40 fue la Edad de Oro de la ciencia ficción en Estados Unidos, por lo que se popularizaron muchos relatos sobre robots autónomos y otras máquinas inteligentes malignas que traían caos y destrucción. El mismo Asimov es ampliamente conocido por su prolijo catálogo de novelas de ciencia ficción.
De ninguna manera se concebía que se pudiera crear un robot que siquiera se le acercara en inteligencia al ser humano, pero los avances tecnológicos como la televisión a color, la invención de los ordenadores o el uso generalizado de teléfonos móviles daban qué pensar sobre la imprevisible evolución de las nuevas tecnologías.
Y aún hoy, 80 años después de que las leyes de la robótica vieran la luz, a pesar de los innegables avances en robótica cognitiva, sigue sin existir un robot lo suficientemente autónomo y humanoide como se profetizaba. Sin embargo, gracias a la inteligencia artificial, las capacidades de los robots se han potenciado de forma que hace apenas dos décadas ni podíamos imaginar. Los empolvados augurios de antaño sobre la robótica van cumpliéndose a medias tintas, pero de modo más realista, sin toques de ciencia ficción ni terror cósmico.
3 leyes de la robótica
Las leyes de la robótica de Asimov no son nada complejas, y no se requieren conocimientos matemáticos ni técnicos para comprenderlas. A continuación, te comentamos cada una de las tres leyes de la robótica que planteó el ínclito escritor:
Primera Ley: Un robot no hará daño a un ser humano, ni permitirá que, por inacción, un ser humano sufra daño
También llamada la Ley Cero, esta ley establece la máxima prioridad para los robots: proteger a los seres humanos y evitarles cualquier daño. La idea es que los robots deben estar programados de tal forma que les impida actuar en perjuicio de las personas. A su vez, deben intervenir si ven que una persona está en peligro.
Imagina un robot doméstico en una casa. Si una persona está a punto de tocar una estufa muy caliente sin darse cuenta, el robot estaría obligado a interferir rápidamente para detener a la persona y evitar que se queme.
Segunda Ley: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley
Esta ley establece que los robots deben ser obedientes a las instrucciones humanas, siempre y cuando esas órdenes no impliquen causar daño a una persona o permitir que ocurra. Esta obediencia está supeditada a la prioridad de la Primera Ley.
Supongamos que un robot de fábrica recibe la orden de levantar una pesada caja y moverla a otro lugar. El robot obedecería sin problemas. Sin embargo, si un humano le ordena al robot que arroje esa caja sobre otra persona, el robot no cumpliría esa orden, ya que estaría causando daño a un ser humano al infringir la Primera Ley.
Tercera Ley: Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley
Esta ley permite a los robots mantener su propia operatividad y funcionalidad, dado que su existencia es indispensable para cumplir sus tareas. No obstante, esta autoprotección no puede prevalecer sobre la necesidad de proteger a los humanos ni sobre la obediencia a sus órdenes.
Imagina que un robot de rescate está operando en un edificio en llamas. El robot debe evitar daños a sí mismo (como evitar las llamas) para continuar su misión. Pero si en algún momento necesita atravesar una zona peligrosa para salvar a una persona atrapada, el robot debe hacerlo, incluso si eso compromete su propia seguridad.
Aplicaciones actuales de las leyes de la robótica
Es normal preguntarse si las leyes de la robótica que tanto han trascendido a lo largo del tiempo han encontrado una aplicación real. ¿Sirven de algo unas leyes pensadas para un robot tan inteligente que casi un siglo después sigue sin existir?
Si bien ya no contemplamos con tanta intensidad el estereotipo de robot maligno que podría causar fuego y destrucción por voluntad propia, las leyes de la robótica de Asimov sí han inspirado ciertos aspectos de la construcción y funcionamiento de robots y sistemas inteligentes de hogaño.
Así pues, los robots y las máquinas están pensadas siempre para beneficiar al ser humano y no infligirle ningún daño accidental. Un ejemplo claro son los cobots que se emplean en la industria, que detienen su paso si detectan la presencia cercana de una persona gracias a sus sensores de movimiento.
La Segunda Ley se aplica a todas las máquinas: siempre están supeditadas a la voluntad del ser humano y funcionan a merced suya. Sin embargo, tienen sus restricciones y no aceptan cualquier comando que atente contra la ética ciudadana o el bienestar de una persona. Por ejemplo, los asistentes de voz como Siri o Alexa no permiten que los usuarios realicen compras excesivas.
Pero sobre todo, las leyes de la robótica han proporcionado un marco ético para debatir sobre la responsabilidad y la seguridad de la robótica y las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial. Son los principios rectores que moldean la forma en la que se conciben y se programan los sistemas inteligentes.
Las leyes de la robótica también han inspirado algunas obras cinematográficas muy conocidas, como Yo, Robot. La película, dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Will Smith, está inspirada en la colección de relatos cortos del mismo nombre escrita por Isaac Asimov. Aunque la película toma ciertas libertades creativas y no adapta directamente ninguna de las historias del libro, se basa en el mismo universo y principios fundamentales, especialmente las Tres Leyes de la Robótica. ¡Te recomendamos que le eches un vistazo!
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